Santander, una tierra y un pueblo excluidos de la Historia. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

Cuando se escribe la Historia, hay que tener mucho cuidado en no dejar por fuera a figuras representativas de aquello sobre lo cual se está escribiendo, porque la omisión de un nombre o de un hecho puede dar al traste con el rigor, la seriedad y la respetabilidad misma de la investigación, la monografía o el tratado que se escriba.
Santander no ha tenido suerte en esto. Los santandereanos son siempre excluidos de los relatos y las crónicas acerca de los más diversos temas, a pesar de que cuando se examina el asunto aparecen estas tierras y estos pueblos como, precisamente, los más destacados protagonistas de la historia.
Así, por ejemplo, acerca de la traducción, publicación y divulgación de los Derechos del Hombre se menciona siempre al santafereño don Antonio Nariño, pero jamás al santandereano don Pedro Fermín de Vargas; el general Bolívar, no obstante ser el magnífico y prolífico escritor que fue, nunca escribió un renglón exaltando a los Comuneros santandereanos como los antecesores de la sublevación contra España que condujo a la Guerra de Independencia, ni lo hizo patriota alguno de aquella época, y si no es porque un viajero español, don Manuel Ancízar, llega en 1850 a estas tierras y en El Socorro se entera de lo que por aquí había sucedido en 1781 y lo relata en una obra llamada Peregrinación de Alpha, es probable que nombres como el de José Antonio Galán se hubieran quedado en el olvido; en lo que respecta a la batalla decisiva que posibilitó la Independencia, todo el mundo se explaya en hablar de la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819, pero ni en los textos de Henao y Arrubla, ni en los de nadie, dice -ni por atisbo- que si no es por la Batalla del Pienta, en Charalá / Santander, el 4 de agosto, en la que el pueblo santandereano interceptó a las tropas del coronel Lucas González que iban a reforzar las de José María Barreiro, el triunfo sobre el río Teatinos no hubiese sido para los patriotas, sino para España; se dice y se repite cada año que el Grito de Independencia fue el 20 de julio de 1810 en Santa Fe cuando, en realidad, antes del 20 de julio ya se había dado el Grito de Independencia en Santander, concretamente en El Socorro (10 de julio de 1810), e incluso más antes en Pamplona (4 de julio de 1810); de los libros que han pretendido describir la historia de la música en Colombia han sido dejados por fuera figuras como Pacho Benavides, de Vélez /Santander, Lelio Olarte, de Puente Nacional/Santander, Gustavo Gómez Ardila, de Zapatoca /Santander, Pablus Gallinazo, de Piedecuesta /Santander, Jorge Ariza, de Bolívar /Santander, Los Luceros de Oiba, de Oiba/Santander y, en fin, para no alargarnos más de lo largo que ya está esto, redondeemos diciendo que la historia de la industria nacional se escribe dejando por fuera a Forjas de Colombia y la historia de cualquier cosa siempre se escribe omitiendo a Santander.

Cuando, en cambio, de lo que se trata es de exaltar a algún santandereano destacado -destacado en el mejor sentido de la palabra, por supuesto- se niega su origen santandereano y se insiste en asignárselo a otra región. Así, de José A. Morales se sembró la duda de que no era santandereano, que no había nacido en El Socorro, sino en Tocaima (otros dicen que en Guaduas), y el diario bogotano El Espectador (bogotano hoy en día, porque inicialmente fue antioqueño), en una serie de cuadernillos publicada hace unos años no tuvo óbice alguno para, sin ningún rigor histórico, aseverar tajantemente que el insigne músico era cundinamarqués, de Tocaima / Cundinamarca, afirmación que, por supuesto, se comieron entera sus millones de lectores a lo largo y ancho del país, y -para acabar de completar- el maestro Jaime Rico Salazar en su extensa, documentada, colorida y hermosa obra  La canción colombiana. Su historia, sus compositores y sus mejores intérpretes anotó que “definitivamente” José A. Morales no nació en El Socorro, versiones todas que, afortunadamente, una reciente, documentada, amena y juiciosa investigación de Puno Ardila Amaya ha echado por tierra gracias a que, cédula de ciudadanía en mano, ha demostrado que el estupendo compositor y cantor colombiano sí era santandereano, porque nació en El Socorro / Santander, así como yo nací en Bucaramanga y ustedes, querido lector y querida lectora, nacieron donde nacieron.

Claro que si es al contrario, es decir, si de quien se habla es de algún pícaro redomado o de algún criminal de siete suelas, entonces ahí sí nos lo asignan a dedo con el más grande entusiasmo y sin consultar archivos.  Del asesino autor de la matanza de la pizzería “Pozzetto” en Bogotá Campo Elías Delgado se propagó desde el principio que era bumangués y se rememoró, una vez y otra, que el papá del peligroso psicótico incluso se había suicidado en el parque Romero de Bucaramanga.

Pues bien: escribo estas líneas a propósito de un libro que he terminado de leer.  Ocurre que Carolina Jaramillo Seligmann, bajo el título “fútbol (sic) en Colombia” de Villegas Editores recopiló la historia del balompié colombiano en un libro de formato cuadrado, lleno de fotografías en blanco y negro y a todo color, que sintetiza el devenir de este popular deporte desde 1924 cuando “Comienza a rodar el balón” con los “Inicios del profesionalismo”, pasando por 1945 “Suramericano de Chile. Primera salida internacional” y mencionando a Alfonso Senior, dirigente deportivo, a Efraín “Caimán Sánchez”, “1948: Primer campeonato. Santa Fe campeón”, “El Dorado (1949-1954)”, “Adolfo Pedernera “El maestro”, “Alfredo Di Stéfano “La saeta rubia”, “Gabriel Ochoa Uribe”, “1960 Primera Copa Libertadores”, hasta llegar a los de ahora, “Francisco Maturana”, “Hernán Darío Gómez”, etcétera.

Pero, como hemos dicho, hay omisiones que resultan inaceptables y que debilitan la fuerza de la credibilidad de cualquier investigación. No sé si porque faltó mayor rigor histórico, o porque en estos libros se zanjan antipatías o se enfatizan simpatías personales o regionales, o porque solamente se hacen para exaltar a ciertos sectores, o porque se trata de libros escritos por encargo, o por qué, pero lo cierto fue que “Fútbol en Colombia” dejó por fuera a uno de los más talentosos jugadores de balompié que han pasado por el fútbol colombiano (para algunos el más talentoso), más exactamente por el equipo Atlético Bucaramanga. Me refiero a don José Américo Montanini o, como le dice la mayoría, Américo Montanini o, como le digo yo, el señor Montanini, en todo caso me refiero, digo, a ese magnífico futbolista llegado de Argentina luego de ser excluido por el River Plate debido a una lesión de columna y quien, enrolado en el Atlético Bucaramanga, llegó a convertirse en el mayor goleador del torneo rentado en 1958, en uno de los mayores goleadores del fútbol profesional colombiano, en “La Bordadora” de la que habló el maestro de la locución deportiva don Carlos Arturo Rueda C., y en el jugador que en la sola tarde del domingo 21 de diciembre de 1958 marcó 5 goles en un mismo partido profesional, concretamente en el partido final entre Atlético Bucaramanga y Deportes Tolima, todo lo cual posibilitó que el equipo de nuestra ciudad quedara ubicado ese año en el 3er puesto del torneo.

Y sea del caso precisar que si al hablar de la discriminación contra Santander menciono el desconocimiento de Montanini, a pesar de haber nacido en Argentina, es no solo porque el extraordinario jugador de fútbol ya es tan santandereano como las obleas de Floridablanca, o las piedras de Villanueva y Barichara, o los chorizos del Valle de San José, o las cocadas de Girón, o el bocadillo de Vélez y Barbosa, o el cacao de San Vicente de Chucurí, o los cafetos de Rionegro, o los hilados de San José de Suaita, que, por cierto, ameritan una historia aparte, (Montanini cumplió este año los 80 de vida y 57 de haber llegado a Bucaramanga para quedarse por siempre, pues llegó en setiembre de 1956, cuando el autor de estas líneas no había cumplido todavía el primer año de existencia) sino porque, además, con ello se contribuye a desconocer lo que fue la presencia del Atlético Bucaramanga en el fútbol nacional.

En fin, todo parece indicar que esperar que a Santander lo reconozcan en la historia nacional como se merece va a ser espera perdida, mientras esa historia la escriban los de otras partes. Más grave aún resulta el panorama, cuando uno observa que ni los mismos santandereanos conocen el sitial de Santander en la historia de Colombia. Ya es hora, por ello, de que los mismos santandereanos escribamos nuestro propio devenir y compremos, leamos y divulguemos las obras que se publiquen en tal sentido, y de esa manera rescatemos del olvido la memoria histórica de esta tierra amnésica.  Nos toca hacerlo, santandereanos y santandereanas, si no queremos terminar permaneciendo en el tiempo únicamente como región geográfica y como agregado heterogéneo de gentes, pero desaparecer como pueblo y como cultura.

Sería muy lamentable que cuando en el futuro le pregunten a un niño santandereano quién fue Severo Hernández conteste que “como que fue un famoso pintor de cuadros al óleo” o que cuando le pregunten a otro niño santandereano quién fue Francisco Durán Naranjo dude si no sería, por casualidad, “un célebre arquero del Real Santander o un destacado puntero derecho del Atlético Bucaramanga”.

 

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9 respuestas a Santander, una tierra y un pueblo excluidos de la Historia. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

  1. HELI FERNANDEZ PINZON dijo:

    Buen escrito que no deja duda de la veracidad de sus afirmaciones y entregarle sin dilaciones la felicitación al maestro OSCAR HUMBERTO GOMEZ GOMEZ y el saludo cordial desde la tierra Guanentina. Otro que merece figurar en la lista de olvidados, considero con sobrados méritos por lo hecho, es Fray Ciriaco Archila oriundo de Simacota y de quien el maestro escultor del monumento a los comuneros -Panachi- le encargo la difícil misión de portar el hacha. Otro Guanentino bravo y olvidado, es el reverendo Pascual Afanador, autor de las cartas a la Sociedad Sangileña, eran los tiempos de las Sociedades Democráticas. Bella historia que el Dios Googol se la cuenta!!

  2. Augusto Olarte Carreño dijo:

    Los anteriores comentarios merecen todo el respeto, por estar bien encaminados hacia la búsqueda de la verdad absoluta. En lo que corresponde al origen real de cualquier persona, se abre un espacio para el debate, pues considero muy importante el “sentido de pertenencia” con el que culturalmente se identifique el individuo debido a su permanencia en determinado lugar, y que le permitiera haber asimilado, mediante la percepción sensorial, los múltiples aspectos o caracteres correspondientes a tal comunidad o lugar de convivencia. Necesariamente un individuo no “es” del lugar donde supuestamente nació; y lo digo así, porque, en realidad, uno no pudo ser testigo de su propio nacimiento, y por tanto debe atenerse a los testimonios de las demás personas que aseguraron que así fue, y de esto se produjo un documento de identificación legal obligatorio para su vida futura. Entonces, aquí, también entra el juego de las conveniencias, a veces, incluso, el de las vanidades. Como es lógico, de esto hay mucho que hablar, y por ahora debiéramos preocuparnos más por cultivar el “sentido de pertenencia” pero como reales colombianos; es nuestra patria Colombia la que realmente debe importarnos, en lugar de incentivar esos “regionalismos” petulantes que lo único que hacen es dividirnos y apartarnos de la unión nacional: La Nación, como unión de espíritus…

  3. Bart Bergsneider dijo:

    Mi abuelo era holandés y estuvo trabajando en San José de Suaita en la Fábrica de Hilados y Tejidos de San José de Suaita, con la familia Caballero; me gustaría conocer un poco sobre los orígenes de esta fábrica en esta rica tierra y razones por las cuales no prosperó.
    Un cordial saludo.

  4. Heliodoro Cáceres Barrera dijo:

    Al hacer lectura de su texto, toca el sentimiento de olvido de García Rovira y no quiero negarme al impulso de manifestar ejemplos de grandeza en la provincia. Dejo en claro, por no dejar enfriar el momento, tengo que presentar excusas al no mencionar valores de mucho peso histórico y cultural, circunstancia que en nada mengua los méritos que los acreditan. Que sea una invitación al recuerdo.
    Dr. Oscar Humberto, gracias por ese golpe: “SANTANDER, UNA TIERRA Y UN PUEBLO EXCLUIDOS DE LA HISTORIA”. Digo golpe, pues lo siento como tocar en los viejos y pesados portones de gruesas maderas en aquellas casonas, cargadas de ricas anécdotas para quienes allí vivieron. Los cofres de la historia se han ido, marchando frente a una juventud indiferente, despreocupada, pudiéramos decir: “quemimportista” del pasado. En la memoria parece susurrar la vieja canción antioqueña: “Siquiera se murieron los abuelos”.
    El aldabonazo “… EXCLUÍDOS DE LA HISTORIA” es una invitación a despertarnos e incluirnos, acompañados del terruño y nuestra gente; ver, sentir, ponderar las vivencias que construyen la historia.
    Si Santander es excluido, ¿qué decir de un pueblo como el de García Rovira?
    Provincia rica en talentos y valores. Pero sólo son mencionadas aquellas “historias sectarias”que destacan rivalidades fratricidas, contadas con colores partidistas de acuerdo a las conveniencias gamonales de nuestros pueblitos.
    No todo es olvido, no estamos excluidos. Vienen las campañas electorales y llega la cosecha para la gama de los actuales partidos. La “pedagogía electoral” da lugar a que haya voto para todos.
    Doctor Oscar Humberto, gracias por tenernos en cuenta. En esta oportunidad, al evocar los valores del guaqueño Severo Hernández Tarazona y por asociación nos hace recordar a deportivos como el mundialista Hermán “Cuca” Aceros, con sangre mirandina, quien formó parte del equipo que empató a Rusia (5-5) en Chile. Hablando de este deporte evocamos al malagueño Jaime García conocido como “Cuni”, quien ahora es mundialmente conocido como “la computadora humana”.
    Concepción nos aporta, entre muchos valores, al escritor Jesús Zárate Moreno y recordamos a Ariosto Otero, nacido en Concepción (Santander) y siendo niño, su familia, por situaciones “políticas” emigró a México. Hoy, Ariosto es un destacado pintor de la escuela de muralistas de México.
    “SANTANDER, UNA TIERRA Y UN PUEBLO EXCLUIDOS DE LA HISTORIA”… es un despertar a los recuerdos.
    Igualmente mi comentario, los ejemplos aportados, no es olvido de otros, es una invitación a recordar valores y grandezas.
    No seamos parte de la exclusión. Gracias.

    • OscarHbto dijo:

      Gracias, Heliodoro, por tu amable mensaje. Bien sabes que el portal está a tus órdenes y a las de la querida provincia de García Rovira. A propósito, viene en camino una entrada sobre el general Custodio García Rovira, otro de los grandes santandereanos que nos quisieron trastear para otro lado, debido a lo cual, precisamente, surgió la idea y la decisión de escribir nuestra Historia de Bucaramanga. Una pequeña precisión, Heliodoro: El marcador fue 4-4. Un abrazo para ti y por tu digno conducto para San José de Miranda y todo el pueblo de esa provincia.

  5. Manuel Enrique Rey dijo:

    Excelente opinión. Incluso, a veces, nos es que nos excluyan, es que a veces tenemos comportamientos típicos intolerantes. Poco se ha estudiado por ejemplo, el caso de Francisco de Paula Santander, Francisco de Soto, Vicente Azuero y Diego Fernando Gómez, un puñado de ilustres santandereanos, quienes durante la magna Convención Ocañera de 1828, se encargaron de ser copartícipes en disolución de la Gran Colombia, por no haber desarrollado posturas de aproximación entre el centralismo bolivariano y el federalismo pretendido por Santander. Un motivo más para que no seamos importantes como provincia, ni tampoco poderosos en el centro.

  6. HÉCTOR HERNÁNDEZ MATEUS dijo:

    Lo que siempre he dicho: si no defendemos y respaldamos lo nuestro, nadie lo hará. Empecemos una cruzada para concientizar a los historiadores, hacer un foro y que cada uno dé su concepto y aporte para editar un buen libro que sintetice nuestra trascendencia en la construcción de país. Son varios los hechos gestados por santandereanos, muchos los obstáculos superados y aun mejor infinidad de paisanos que acá o fuera del departamento han dejado huella.

    • Manuel Enrique Rey dijo:

      En la Academia de Historia de Santander se está desarrollando el simposio “Biografía de la nación Colombiana”, que trata estos interesantes temas. Lo de publicar un libro, difícil es…La Academia adolece de fondos.

      • OscarHbto dijo:

        Aquí nunca hay fondos para nada que tenga que ver con la cultura, la ciencia o el deporte. De resto, hay fondos para todo. Un hecho vergonzosamente anecdótico fue el de la publicación del libro “Cronicón Solariego” de Enrique Otero D’Costa. Resulta que el historiador había encontrado el acta de “fundación” de Bucaramanga el 22 de diciembre de 1622 por Andrés Páez de Sotomayor y Miguel de Trujillo, y una importante cantidad de documentos en los que constaban los primeros años de nuestra ciudad; en otras palabras, había encontrado nada menos que los orígenes de Bucaramanga. Otero D’Costa, entonces, escribió la obra, pero a la hora de querer publicarla no lo pudo hacer aquí. El Cronicón de Otero D’Costa se hubiese quedado inédito si no se lo hubiera financiado el Departamento de Caldas. Sí, como lo leen: el libro sobre los orígenes y los primeros años del devenir histórico de Bucaramanga, la capital de Santander, tuvo que ser publicado por los caldenses en Manizales, porque aquí le dijeron a su autor lo de siempre: que no había presupuesto y que, por consiguiente, se tenía que ir con su “Hallazgo histórico” (como él lo denominaba, orgulloso) a otra parte.

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