Al fin, ¿cuál es la posición del Estado colombiano frente al ruido en las horas nocturnas? Por Óscar Humberto Gómez Gómez

PARQUE GIORDANO BRUNO. BOGOTÁ. (Fotografía tomada de WIKIPEDIA. Usuario Pedro Felipe. Licencia de Creative Commons)

 

La agresión de la que fue víctima la arquitecta Ángela de Francisco en el restaurante Pampa gaucha, en el parque Giordano Bruno, sector de Chapinero, en la ciudad de Bogotá, por parte de personas que participaban de la fiesta de graduación de un abogado, sólo por haberse hecho presente a reclamar ante el alto volumen de la música en plena madrugada, ha desatado una explicable ola de indignación, no sólo en Bogotá, sino en el resto de Colombia, a la cual nos unimos nosotros desde el departamento de Santander.

 

 

Y es que el ruido y la patanería se han apoderado de todos los barrios y sectores de las ciudades, grandes y pequeñas, y amenazan con tomarse también los otrora apacibles pueblos y villorrios.

En Bucaramanga, el antes pacífico y sereno sector de Cabecera del Llano, por ejemplo, sufrió, y sigue sufriendo la peor degradación de su historia. El periódico Gente de Cabecera, que recoge el sentir de los residentes en el exclusivo sector residencial, ya no tan exclusivo, no cesa de insertar en sus ediciones las quejas de los vecinos, a quienes no hay autoridad que los escuche.

 

 

En el sector de Ciudadela Real de Minas se llegó, hace unos pocos años, al extremo de que un vigilante terminó matando a tiros a un vecino del conjunto residencial donde prestaba sus servicios, quien no tuvo empacho en llegar, parquear su camioneta frente a su residencia y poner a todo volumen el equipo de sonido del automotor para ensordecer al vecindario con vallenatos y rancheras.

El ruido cunde por doquier. En la hasta hace unos años apacible villa de San Gil, el auge del turismo acabó con el silencio de las noches, según denuncia que hizo no hace mucho tiempo el periódico La zigarra, el cual hizo alusión también al creciente “turismo sexual” y a la degradación de la calidad de vida en la pequeña ciudad santandereana.

 

 

El gusto musical se pretende imponer a punta de elevar los decibeles. Parlantes gigantescos son instalados todos los días en automóviles, camperos y camionetas por personas que, obviamente, no esperan escuchar con ellos la música a bajo volumen, sino imponerles sus gustos musicales a los demás. La música vallenata comercial, la música norteña, la música ranchera y el reggaetón son los aires más difundidos a través de estos altoparlantes móviles, denominados popularmente “discotecas ambulantes”.

 

 

Y, lo peor de todo, es que la más mínima reclamación que se eleve para que, por favor, se le baje el volumen a la música, es respondida, como acaba de suceder en el parque Giordano Bruno, con la más insolente y vulgar altanería.

Ahora, con violencia física además. Una violencia ejercida contra una dama, que fue derribada al suelo, donde permaneció largo rato sin que nadie la auxiliara.

Y que eso ocurra en una fiesta de graduación nada menos que de un hombre de leyes, sí que resulta más inadmisible.

En el Código Nacional de Policía y en el Código Nacional de Tránsito están prohibidas tales conductas. Pero las autoridades no parecieran andar enteradas de la existencia de dichas prohibiciones. O están enteradas, pero consideran que luchar contra la cada vez peor contaminación auditiva no es tarea que les concierna.

Ya es hora de que el gobierno nacional diga algo al respecto.

Pero, sobre todo, que lo haga.

 

 

Dé, por favor, clic izquierdo encima del enlace, si desea leer la noticia.

 

http://www.eltiempo.com/colombia/bogota/golpean-a-mujer-porque-se-quejo-del-excesivo-ruido-en-el-restaurante-la-pampa-gaucha_11422083-4

 

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1 respuesta a Al fin, ¿cuál es la posición del Estado colombiano frente al ruido en las horas nocturnas? Por Óscar Humberto Gómez Gómez

  1. Sir Lancelot du Lac dijo:

    Y yo me hago otra pregunta más: al fin, ¿cuál es la posición del Estado (especialmente la del pueblo) frente al maltrato a las mujeres?

    Quiero suponer (aunque, conociendo este país tal y como lo conozco, seguramente supongo mal) que en las próximas horas se armará en todos lados un revuelo similar al que se armó hace un tiempo cuando el “Bolillo” Gómez le pegó a la mujer que lo acompañaba, especialmente teniendo en cuenta el nivel cultural de la nueva víctima, su edad, y las motivaciones del maltrato y el actor del mismo (“un hombre vestido de militar”, según la noticia).

    Por ahora, esperaré sentado.

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