POESÍA SANTANDEREANA (II). Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

¡Hola, amigas!

¡Hola, amigos!

Nuevamente, después de nuestra primera entrega —publicada bajo el título “Tres poetas santandereanos”— hemos hecho una selección de poemas de distinguidos rapsodas santandereanos con el fin de exaltar las letras y la sensibilidad poética de esta región de Colombia donde algunos nos negamos a aceptar el imperio de la ordinariez.

Poetas de las más diversas tendencias ideológicas y políticas han enaltecido con su pluma y su talento esta hermosa expresión literaria en nuestro terruño.

De entre ellos hemos escogido a siete excelsos bardos oriundos de estas breñas cuya obra no debería quedarse sumida en el olvido.

 

¡Bienvenidos!

 

 


DÍA EN EL CORAZÓN

 

No puede ser tan luminoso el día
si no nace en el alba de tu frente,
ni pudo ser el verso tan doliente
como al decir tu clara lejanía.

Y el pensamiento que te canta mía
como el cielo del agua es de la fuente,
sólo al amarte, enamoradamente
es brisa de campanas de alegría.

Sin tiempo y sin distancia, azul y alada,
como vives en mí, de tu sonrisa
nace el día ascendiendo a tu mirada.

Y la tarde de amor se diviniza
porque te siento, amada enamorada,
venir en este azul de tarde y brisa.

PEDRO GÓMEZ VALDERRAMA (1916- 1992).

 

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SI FUE UN SUEÑO

 

Si fue un sueño no más lo no alcanzado
sueño será también lo poseído,
y sueño mi canción sobre el olvido,
y el amor, de puñales traspasado.

Si fue un sueño el candor imaginado,
sueño será el deleite sin sentido,
y su boca buscada en el latido
de un recuerdo, sepulto en el pasado.

Sueño la risa y sueño el alarido,
y el dolor, y el placer alucinado,
y la campana del ayer florido.

Y sueño el corazón iluminado,
sangrante en el soneto estremecido
como un vaso de vino derramado.

JAVIER CARREÑO HARKER (1925 – 1955).

 

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A VALENTINA TERESHKOVA

 

Valentina, sembrando miel y sales,
Valentina, soñando mariposas,
Valentina, de alas silenciosas
en su constelación de madrigales.

Valentina, en los mundos siderales
haciendo al cosmos señas luminosas
y diciendo a las vírgenes y esposas:
“Amad los sueños puros y triunfales”.

Valentina, de ojos de milagro,
de aurora y de esperanza, te consagro
mi ensueño, que mil veces fue a la luna…

Valentina, del sol enamorada,
bogando en una barca no soñada,
en piélagos de luz y en noche bruna.

PABLO ZOGOIBI (1909 – 1995).

 

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TESTAMENTO

 

Haz, Ciudad de los Búcaros, querida
con amor santo de filial ternura,
que se abra un hoyo en tu heredad florida
cuando vayan a cavar mi sepultura.

Que planten un rosal, cuya futura
floración perfumada y encendida
sea el símbolo enorme de mi vida
que ardió por tí bajo la tierra oscura.

Pese a ídolos de barro, y vanidades
de mujeres, caminos y ciudades,
llenó tu luz mi corazón entero:

y así, tras las jornadas fatigosas,
quiero rendirlo en holocausto, quiero
dártelo todo, convertido en rosas.

AURELIO MARTÍNEZ MUTIS (1884 – 1954).

 

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SIN TÍTULO (*)

 

¿Qué es la vida, y la muerte, si la vida
Sueño es y la muerte es otro sueño
Y entre vida y entre muerte hay otro sueño
Que el alma no ha entrevisto, ni dormida?

Si el hombre es sueño en esta vida ardida
Y sueña entre la noche como un leño
Y es un sueño la muerte entenebrida
Que un puente en la mitad también es sueño…

Quiere esto decir que el alma herida
Eternamente vivirá dormida
En tres sueños, soñando un solo ensueño.

Que es lo mismo la muerte que la vida
Y que el hombre, el actor de esta partida
Es el sueño de un sueño en otro sueño.

RAFAEL ORTIZ GONZÁLEZ (1911 – 1990)

 

* NOTA DEL PORTAL: Sin título lo publicó Roberto García-Peña (AYAX) en su columna de EL TIEMPO Rastro de los hechos del 21 de noviembre de 1982.

 

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INGENUIDAD

 

Se va hundiendo la noche en la maraña
sigilosa del bosque con la queja
de algún pájaro herido que se aleja
entre la lobreguez de la montaña.

Un silencio de paz los campos baña,
y se tiende lo mismo que una oveja
a contemplar el río que refleja
su sombra campesina, la cabaña.

Ya cuando todo en el sopor se esfuma,
los árboles inmóviles vigilan
a guisa de espectrales zoroastros,

y ven, sumidos en copiosa bruma,
que, a modo de luciérnagas, titilan
en la floresta sideral los astros.

ALFONSO ACEVEDO DÍAZ (1902 – 1935).

 

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MI CORAZÓN

 

Mi corazón, mi corazón se urgía,
corsario marinero navegando,
rumbo a su estrella – norte: la alegría,
y en su puerto azul sobre el azul anclando.

Cruzó por el azar – viento sin guía –
su itinerario de emoción, alzando
banderolas de júbilo ante el día
repetido en su afán: – irse llegando -.

Del amor y la angustia perseguido,
orgulloso una vez y otra clamando,
prisionero en su mar: – canto y gemido -,

Mi corazón, mi corazón, sangrando,
sobre el abismo de su afán, erguido
corsario marinero navegando!

GUSTAVO COTE URIBE (1918 – 1994).

 

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