¡¡¡ BUENA ESA, CAMPEÓN !!!

 

Égan Bernal, un muchacho zipaquireño de 22 años, que por segunda vez participaba en el Tour de Francia, ha ganado esa famosa carrera de ciclismo.

Se convierte así Égan Bernal en otro de los colombianos referentes de nuestro país en Europa, donde, infortunadamente, todavía no faltan los despistados, o los malintencionados, que solo relacionan a Colombia con personajes desgraciadamente nacidos aquí, pero que no representan, ni por atisbo, al verdadero pueblo colombiano.

 

 

Y es que esta nación está constituida por personas que, como Égan Bernal, toda su vida la han construido alrededor del trabajo, de los valores éticos, de la honradez, del amor por la tierra, por la sencillez de nuestras costumbres, por el amor a Dios, a la Patria, a los antepasados que se sacrificaron porque fuéramos hoy lo que somos, como padres, como hijos, como profesionales, como amigos, como trabajadores, como soñadores, como seres humanos.

 

 

Este es un país, nadie lo discute, cargado de problemas, azotado por la violencia, traspasado por el dolor, donde sujetos de la peor laya han pretendido enseñorearse siempre, sin importarles el más mínimo respeto por el país donde nacieron.

Pero otra cosa, totalmente distinta, absolutamente distinta, diametralmente distinta, es esa imagen que se vende a diario de nosotros como una nación de sinvergüenzas dedicados tan solo a delinquir y a vivir cínicamente del delito, principalmente del peor de todos, que es la corrupción.

No. Colombia es un país decente, de gente trabajadora y sencilla, de una juventud que estudia, y que lo sigue haciendo a pesar del panorama difícil que enfrenta, porque nuestros jóvenes no se han dejado arrebatar su más preciado bien, que es la esperanza.

 

 

Hoy la juventud deportiva de Colombia puede enorgullecerse, sin envidias, sin egoísmos, sin sentimientos mezquinos que empequeñezcan su propia grandeza, de esta hazaña que ha logrado Égan Bernal en Francia.

Y hoy, quienes ya no somos jóvenes, nos sentimos felices de que un muchacho nuestro haya podido hacer realidad nuestros viejos sueños de ver coronarse en la cúspide deportiva mundial a un colombiano. Y, entonces, esas alegrías inmensas que experimentábamos cuando jóvenes al oír las emocionantes transmisiones radiales de las carreras en las que participaban los de aquí, renace en toda la plenitud de su vigor, y pareciera que volviéramos al ayer, y que otra vez estuviéramos con el transistor pegado a la oreja a la orilla de la carretera recibiendo a los pedalistas que hasta ahora sembraban los primeros pinos, que hasta ahora empezaban a enarbolar en alto nuestra bandera, que hasta ahora nos principiaban a dar las primeras alegrías en medio de todas nuestras dificultades. Y así, regresan las imágenes, ya difuminadas por el tiempo, de Álvaro Pachón Morales, Martín Emilio Cochise Rodríguez y Severo Hernández Tarazona triunfando en México en la década de los años 60, y del resto de toda la pléyade de muchachos de estas tierras alzando los brazos con alegría desbordante en tierras extranjeras: la de Lucho Herrera con el rostro ensangrentado cruzando la meta y venciendo al colosal Bernard Hinault, y la de Fabio Parra subiendo al podio, y la de Édgar Condorito Corredor desencadenando la gritería al verlo en el pelotón de punta con su camiseta recogida en el tórax a causa del sofocante calor, y la de Nairo Quintana como campeón en la Vuelta a España, y campeón en el Giro de Italia, y sub-campeón en el Tour de Francia, y la de Víctor Hugo Peña vestido con el suéter amarillo de líder del Tour de Francia, y la de Rigoberto Urán como sub-campeón del mismo Tour, todo ello vaticinando lo que vendría: este triunfo contundente y maravilloso de Égan Bernal, que nos enorgullece y nos compromete a tratar de ser mejores colombianos.

¡¡¡¡¡ QUE LLUEVAN LAS BENDICIONES, CAMPEÓN !!!!!

Óscar Humberto Gómez Gómez, Miembro Correspondiente de la Academia de Historia de Santander y Miembro del Colegio Nacional de Periodistas (CNP).

 

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