LA MARQUESA DE YOLOMBÓ ESTARÁ MAÑANA MARTES EN LA CASA DE BOLÍVAR. Por Óscar Humberto Gómez Gómez.

 

Sí: Bárbara Caballero y Alzate, la Marquesa de Yolombó, el personaje que Tomás Carrasquilla trajo al mundo fascinante de la literatura, luego de que deambulara por los de la historia y la leyenda, reaparece.

 

 

Reaparece, con toda la plenitud de su garra antioqueña, colombiana y latinoamericana. Esa garra que la llevó a ser el personaje femenino que fue, en una época dura y difícil en que la mujer de elevada posición social solamente tenía la opción de ver transcurrir su vida a la espera de que llegara su marido —entreteniéndose mientras tanto con la aguja de tejer como pretexto para disimular el ocio— o de verla transcurrir tras los muros inexpugnables de un convento.

Reaparece mañana martes 9 de julio de 2019 a las 4:30 de la tarde en el salón principal de la Casa de Bolívar, sede de la Academia de Historia de Santander, por cierto una de las pocas entidades que se resisten a ver desaparecer los últimos vestigios de nuestra cultura y del amor por el conocimiento de lo que ayer fuimos, cuando este país apenas se asomaba, cargado de esperanzas y de perplejidades, en el concierto de las naciones libres de la tierra.

 

 

Reaparece, en la tertulia que, bajo la dirección del distinguido académico y profesor universitario doctor Rafael Saavedra Hernández, dará inicio a una nueva y feliz idea aprobada en el seno de la augusta corporación presidida apenas ayer por hombres como Edmundo Gavassa Villamizar —periodista e historiador de amplia trayectoria— o Armando Martínez Garnica, doctor en Historia —decano y uno de los más respetados investigadores del país en estas materias—, y hoy en día por el doctor Miguel José Pinilla Gutiérrez, destacado ingeniero e historiador santandereano, hijo ilustre de Girón: la nueva y feliz idea de programar una tertulia literaria mensual en la Casa de Bolívar que será orientada por quien ya lleva largo tiempo haciendo lo propio en el Centro Colombo Americano, por demás con una gran aceptación por parte de la Bucaramanga culta, que con su cada vez más nutrida asistencia le ha valorado la exquisitez intelectual de la que hace gala y su alto sentido de compromiso con el conocimiento de la literatura y el fomento del invaluable hábito de leer. Una exquisitez y un compromiso que, como bumangueses, santandereanos y colombianos, nos enaltecen y nos honran, pues contribuyen a desdibujar la mala imagen que, infortunadamente, algunos medios suelen vender de nosotros como un pueblo tosco, violento y vulgar.

 

 

Tendremos de nuevo, por supuesto, otra vez un pretexto: el pretexto perfecto para interrumpir el desgaste cotidiano, acaso la rebusca diaria del pan, quizás la lectura y la audición insoportables de las mismas noticias de siempre, y, más bien, dedicarle el atardecer de un día cualquiera a la gratificante actividad de volver a encontrarnos alrededor de la cultura con personas a las que apreciamos y a escuchar hablar de literatura, de historia, de leyendas, de mitos y de costumbres, que de ello está lleno por doquier el memorable libro que nos legó la pluma magistral de Tomás Carrasquilla.

Pero, además, será una nueva oportunidad para refrescar viejos ideales de respeto hacia los derechos culturales de la mujer, ideales que tuvieron en la figura sobresaliente de la Marquesa de Yolombó a uno de sus más preciados exponentes, al no haberse la protagonista de esta historia resignado a pasar la existencia disfrutando de una vida muelle a cambio de nada, y haber optado mejor por aprender a leer y a escribir, y a través de la lectura —y de la escucha— por adquirir cultura, preciosas riquezas inmateriales que a la sazón se hallaban reservadas a los varones.

Y viejos ideales de respeto hacia la dignidad de quien labora, hay que agregar, pues Bárbara Caballero se vincula con decisión al trabajo minero y le imprime a este una particular dignidad como quiera que, pese a ser hija del dueño de la mina, y amo y señor de la comarca, opta por ganarse ella misma los frutos de sus labores mineras y gracias a ellos, y al tratamiento humanitario dispensado a sus subalternos, obtiene el reconocimiento, la gratitud y el respeto de los más humildes, sin perder —eso sí— su perspectiva de creyente y de realista.

 

 

Yo siempre he dicho que en estas tierras santandereanas, y específicamente en la otrora noble y señorial tierra gironesa, también tuvimos una mujer que, por aquellas mismas calendas coloniales, aprendió a leer y a escribir, adquirió cultura y hacienda, y elevó su voz frente a costumbres tan arraigadas como perversas cual lo era la de que el padre le señalara a su hija con quién tenía que casarse, pero que infortunadamente no hubo aquí un Tomás Carrasquilla que reseñara su vida con la galanura de la pluma y la elevara, como a Bárbara Caballero, al mundo mágico de las letras literarias. Empero, como dicen las abuelas, eso es harina de otro costal.

La Marquesa de Yolombó nos espera, pues, en la emblemática casa recién restaurada y que tantas memorias guarda de ese pasado histórico que, dicho sea de paso, por estos días Colombia está conmemorando.

Felicitaciones al doctor Rafael Saavedra Hernández, Miembro de Número de la Academia, por su valioso aporte al enriquecimiento cultural de Bucaramanga, de Santander y de Colombia. Esperamos poder estar allá y beneficiarnos de sus enseñanzas.

 

Mesa de las Tempestades, lunes 8 de julio de 2019

FOTOGRAFÍAS: (1) La actriz colombiana Amparo Suárez como La Marquesa de Yolombó en la telenovela nacional del mismo nombre.

(2) Tomás Carrasquilla. Revista Credencial.

(3) Salón principal de la Academia de Historia de Santander.

(4) El doctor en Literatura Rafael Saavedra Hernández (4o. de derecha a izquierda) con otros miembros de la Academia de Historia de Santander.

(5) Casa de Bolívar.

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