Sigmund Freud: la guerra es inevitable: la hacen los políticos. Por Manuel Enrique Rey.

Como premisa a prueba de contradicciones emanada de la revolución francesa se creía que la razón y la innovación como labor y aplicación del intelecto en los humanos, terminarían sirviendo de panacea para lograr la convivencia y el bienestar humanitario, imponiéndose en la solución de los conflictos. Desde luego, debería imponerse un periodo de paz irreversible.
Dicho sentimiento pacifista, aún perduraba en 1914. Gran cantidad de jóvenes debieron enrolarse optimistas para participar en la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial concitada por políticos. El resultado, luego de Europa vivir feliz durante cuatro décadas sin guerras, aquella produjo la exorbitante suma de 20 millones de muertos.
Algunas conclusiones fueron: “la experiencia había sido tan cruenta que no volvería a repetirse. La dicotomía del pensamiento político en relación con el poder era la responsable del desastre. El colonialismo y el deseo de engrandecerse como potencia habían sido aprovechadas por los políticos sin importar, entre capitalista y socialista, para por medio de la guerra, solucionar los conflictos y apoderarse de las naciones débiles, de parroquianos y sus recursos.
La innovación y la tecnología, demostraron sin embargo que la evolución del intelecto de la especie cimera, se había aplicado preferencialmente al desarrollo de nuevas armas.
La conclusión del médico neurólogo judío, una figura intelectual del siglo XX Sigmund Freud, (1856 1939), analista de la condición humana, era que la violencia constituía un componente esencial de nuestro carácter.
El pensamiento político en torno al dualismo ideológico extremista, en época reciente (capitalista y comunista), insuflado en las mentes de los dueños del poder en las naciones, algunas consideradas las más poderosas del globo; si se tiene en cuenta la miserable condición humana depredadora hacia sus congéneres, durante un lapso menor produjo: el holocausto, el exterminio de muchas etnias consideradas atrasadas, las guerras locales, los grupos terroristas, las mafias traficantes, el desarrollo de la industria armamentista, las continuas crisis del diálogo humanitario, etc.
Freud al igual que pretenden algunos políticos tercermundistas, en respuesta a Albert Einstein en 1932 quien buscaba consenso para impedir el uso futuro de la bomba atómica que él como científico había ayudado a perfeccionar, y luego de habérsele preguntado sobre: “Qué podría hacerse para evitar a los hombres el destino de la guerra”, conceptuó: Que entre ser dominado o rebelarse, existía una forma pacífica: “Se trata del desarrollo cultural de los miembros de la colectividad”.
Estudioso Freud de la teoría de los instintos a la que había llegado a través del psicoanálisis, en relación con la guerra añadía: “los hombres no pertenecen sino a dos categorías: o bien son aquellos que tienden a conservar y a unir –los denominados “eróticos o sexuales”-, o bien, tienden a destruir y a matar.
La innovación y la tecnología, enfocadas hacia el logro del bienestar humano; sobre todo las instituciones, en particular la familia y la escuela, son las llamadas para implementar y promover en el planeta una cultura antibelicista. No los políticos. Podría usted creerlo.
Agresión y destrucción o convivencia y creación, no son más que una transfiguración teórica de la antítesis entre el amor y el odio; entre atracción y repulsión, para hablar más en términos científicos. El enfoque en términos de instinto, y de la acción conjunta y antagónica como complemento en la dualidad paz-guerra cada una fusionada como complemento, es la razón en que cifra el sicoanalista el surgimiento de las manifestaciones de la vida. Mientras el instinto de conservación sin duda de índole erótica promueve la convivencia pacífica, se precisa disponer de la agresión, para efectuar su propósito. Amor hacia un objeto necesita de un complemento del instinto de posesión para lograr apoderarse del objeto.
Ahora bien, siguiendo el concepto instintivo humano dual freudiano, destructivo y a la vez erótico, a lo mejor es por esa razón que puedan coexistir como pensamiento político, unas veces el capitalismo como afán de posesión individualista o egoísta del bien material incluido el humano; y otras veces, un sentimiento de compasión o amor, que pretende cierta motivación idealista para que al ser aplicado en su extremo radical por el socialismo, al pretender imponer como antagonismo del capitalismo, la idea igualitaria y solidaria, aún acotando la individualidad en términos de libertad, que propenda por un bienestar generalizado, donde todo podría ser comunitario; y, disfrutado en igual proporción por cada uno de los integrantes del género humano.
Volviendo a la educación como medio para evitar los radicalismos, y al ejercicio del poder, que ejercido por capitalistas o socialistas, lamentablemente posiciona a nuestros congéneres entre dirigentes y dirigidos como factor de expresión de desigualdad y sometimiento incondicional, innata e irremediable, entre cualquiera de las dos premisas políticas del pensamiento moderno – lo afirma Freud- “es preciso poner mayor empeño en educar una capa superior de hombres dotados de pensamiento independiente, inaccesible a la intimidación, que breguen por la verdad y a los cuales corresponda la dirección de las masas independientes”.
Todo hombre tiene derecho a la vida, a vivir en paz y en bienestar. La solución, más que el anunciamiento del problema instintivo relacionado con las múltiples facetas del poder en los humanos, y de la guerra como propósito dominador de nuestra especie doblemente sapiente según Linneo, también la establece como una propuesta el creador de sicoanálisis: “la actitud cultural y el fundado temor a las consecuencias de la guerra futura –pongan fin a los conflictos bélicos en el curso de un plazo limitado-.
–Concluye- “nos es imposible adivinar a través de qué caminos o rodeos se logrará este fin-. Por ahora solo podemos decirnos: todo lo que impulse la evolución cultural obra contra la guerra. Tal vez sea la familia y la escuela, obra de padres y educadores y no exactamente de políticos, las instituciones y los personajes llamados a desarrollar tan loable propósito humanitario y pacifista. Así sea.

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1 respuesta a Sigmund Freud: la guerra es inevitable: la hacen los políticos. Por Manuel Enrique Rey.

  1. Pablo Morales dijo:

    Excelente visión desde una perspectiva analítica y critica, lo que debería aprender la sociedad !

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