TERPEL, en manos de inversionistas extranjeros. Por Rafael Serrano Prada.

TERPEL, en manos de inversionistas extranjeros.
Por Rafael Serrano Prada.
Una peligrosa transferencia de empresas de servicios públicos creadas en Colombia, como la Comercializadora Terpel, a manos de extranjeros, está desplazando a los inversionistas nacionales y eliminando las fuentes de empleo para los ciudadanos colombianos. Ejemplo de esta situación ha sido la transferencia de esta compañía nacional, —nacida en Bucaramanga hace cuarenta años — a empresarios chilenos, que pretenden torcerles el cuello a los distribuidores minoristas, para quedarse con el monopolio del mercado.
Para dar ejemplo generoso del espíritu de apertura internacional que ofrece Colombia, estamos vendiendo las empresas productoras y comercializadoras de combustibles, y las concesiones para la distribución de gas domiciliario; igualmente han quedado en manos de extranjeros las fábricas de alimentos, los centros comerciales como Mercadefam en Bucaramanga, los periódicos como el diario EL TIEMPO, hoy en manos de inversionistas españoles, los bancos privados y muchas otras sociedades industriales, que representaban el esfuerzo de varias generaciones.
En unas pocas semanas, la empresa chilena que adquirió Terpel iniciará las prácticas monopolísticas, tendientes a sacar del mercado a los distribuidores minoristas, que se han acercado a los medios de comunicación para denunciar el estropicio. Los grupos empresariales provenientes de España, Chile, Brasil y otras naciones del mundo quieren quedarse con los negocios de alta rentabilidad, aprovechando los Tratados de Libre Comercio que han implementado las últimas administraciones.
Fendipetróleo – la entidad que aglutina el comercio minorista de combustibles en Colombia – ha puesto el grito en el cielo porque los nuevos dueños del mercado, los chilenos, propietarios de los depósitos asignados a TERPEL, preparan una ofensiva en el país, para acabar con la mediana y pequeña competencia, de la cual derivan sus ingresos numerosos empresarios de provincia. El propósito de estrangular a la competencia se ha puesto de manifiesto en las instrucciones que los nuevos amos del negocio de los combustibles han impartido a sus funcionarios.
Los grandes centros comerciales que se están levantando en el país con sus redes de negocios internacionales tienen como objetivo acabar con las tiendas, con los pequeños supermercados, con las estaciones de servicio, dentro de una nueva concesión monopolística del negocio. Colombia ha entregado todo a cambio de nada, con tal de atraer a los inversionistas extranjeros, con una política colonizadora, que le hace daño a la iniciativa nacional.
Es cierto que en el mundo de hoy los colombianos pertenecemos a la aldea global, donde puede venir cualquier inversionista de Pakistán, de Alaska, de la China, de Alemania, de España, de Inglaterra, del Brasil o de Chile a colocar sus grandes centros comerciales, a comprar tierras y establecer todo tipo de industrias agropecuarias, petroleras, ganaderas y mineras, pero hay que revisar esta nueva forma de colonización industrial, económica y financiera, que acapara el poder de los bancos, la distribución de los combustibles de uso doméstico y hasta los periódicos y las cadenas radiales, que antes eran patrimonio exclusivo de los ciudadanos colombianos.
La apertura económica, concebida en esos términos, está creando una imagen falsa de Colombia y abriendo las puertas de la colonización extranjera, acabando con las oportunidades para los pequeños empresarios colombianos, como sucede ahora con la venta de la Comercializadora Terpel a un grupo chileno, que quiere imponer nuevas leyes del mercado, para estrangular a la competencia. Un asunto bastante delicado, que reclama la atención inmediata del gobierno nacional.

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RAFAEL SERRANO PRADA.— Educador, periodista, político y escritor santandereano. Director del diario EL FRENTE.

 

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