Periodismo y abogacía: ¿profesiones con mordaza? Por Héctor Hernández Mateus.

De gran sentido crítico, con una semblanza de la realidad, es el análisis que Óscar Humberto Gómez G. hace de las silenciadoras mordazas que el establecimiento ha implementado para quienes se atrevan a disentir de la forma como los aburguesados funcionarios de la rama jurídica desempeñan su labor. Solo basta con pasar por cada una de las oficinas, atestadas de folios en arrumes, que de por sí son una afrenta para un país que se jacta de tener un poder judicial bien cimentado en lo jurídico, pero mal desarrollado en su ejecución.
Es triste reconocer tantas falencias, siendo como soy, parte de la misma, como facilitador en la resolución de conflictos; y no solamente la vivencia, sino los escándalos que cada día son más frecuentes por la irresponsabilidad de quienes deberían ser acrisolados en el desempeño de función tan sagrada. Se les ha dado el halo de ángeles intocables, pues de qué forma un profesional del derecho puede exigir garantías o agilidad de un proceso, si es tomado como falta de respeto.
Igualmente en el periodismo hay vetos en temas, el comunicador no puede en libertad contradecir hechos que se ven en la cotidianidad, por chocar con intereses que afectan la estabilidad de monopolios y cuya función es exprimir el escaso patrimonio de los ciudadanos. Los desplazamientos forzados; los abusos tarifarios; el mal servicio en salud, educación; la falta de planificación del transporte masivo; las equivocaciones de funcionarios en el despido de personal; las malas implementaciones en movilidad y espacio público; son temas neurálgicos que no son profundizados, debido a las retaliaciones que los hilos del poder hacen contra el inerme comunicador, llegando a la amenaza, como sucedió recientemente en medio local.
Mesura, respeto, sigilo, ética, prudencia y otras palabras son utilizadas como medio coactivo para lograr el silencio, temeroso de reacciones por quienes en la cúpula del poder judicial pueden limitar o inculpar a un litigante, para el caso, de la rama judicial. Para los periodistas, desafortunadamente, hasta la muerte como ha ocurrido.
Es cierto que debe de existir un Código Disciplinario para ambas profesiones, pero ello debe de ser concertado con los colegas de reconocimiento que descuellen como ejemplo de ecuanimidad y capacidad en su labor.
Las dos actividades son eminentemente de tipo social humanístico; se relacionan con el ser, buscan la igualdad y permanencia de los derechos que como ciudadano en un Estado democrático le favorecen y le son inalienables; se complementan, por cuanto son medio de búsqueda de equidad social.
Es cierto que el pilar de la democracia es el voto; pero la salvaguarda del mismo está en lo justo; si ello falla, el periodismo, con fundamentos, es el amparo del querer del pueblo; una comunidad avanza cuando la rectitud y claridad del poder es independiente.
Los liderazgos de caciques, gamonales y dictadores son la mejor expresión del despotismo; no se puede dejar una compuerta abierta a este estado de anarquía; lo más preciado del ser humano es su libertad, fundamentada en el respeto mutuo, sin cortapisas.
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HÉCTOR HERNÁNDEZ MATEUS.— Reportero gráfico, columnista de EL FRENTE, dirigente cívico y deportivo, y conciliador en equidad del Tribunal Superior de Bucaramanga.

 

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