HOY HACE CINCUENTA AÑOS YO EMPECÉ A ESTUDIAR DERECHO. Por Óscar Humberto Gómez Gómez

 

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
con una inmensa riqueza, pese a ser alguien modesto:
el don de la juventud, cofre de rico joyero,
más valioso que el diamante más puro del universo.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
con dos valores guardados a lo largo de los tiempos
en el invisible banco de mis bolsillos secretos:
honrar la vida del otro y no gustar de lo ajeno.

Hoy hace cincuenta años, ni un año más, ni uno menos,
viajaba montando en bus, no me importaba el sereno,
tocaba mal la guitarra, con un anillo en el dedo,
y no me preocupaba saber tan solo tres puestos.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
y dándoles serenatas a aquellos que me quisieron,
con novedosas baladas y con antiguos boleros,
veía salir el sol por encima de los cerros.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
pensando que la justicia no era tan solo un concepto
y que mi vida de entonces cambiaría con el tiempo
si yo a las adversidades sabía ponerles el pecho.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
consciente de los pesares que padecía mi pueblo,
creyendo que surgirían un país y un mundo nuevo
de entre las frases rebeldes que escribía en mi cuaderno.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
delgado como Quijote, leal como su escudero,
pensando que acabaría las injusticias del mundo
y haría que el mundo fuera un lugar justo y honesto.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho,
firmando letras de cambio en ausencia de dinero
y aprendiendo que en la vida siempre se vive aprendiendo
y que la cometa eleva cuando sopla en contra el viento.

 

 

Hoy hace cincuenta años, cincuenta años completos,
viajaba en un bus urbano escaso de pasajeros
cuando la vi que subía: alta, pálida y sonriendo,
vestida de blusón blanco, bluyín y cinta en el pelo;

hoy hace cincuenta años en esta historia sin freno,
que me sedujo enseguida el largo de su cabello
y al poco tiempo ya estaba en mis adentros temiendo
que aquel amor por Florencia no me cupiera en el pecho.

 

 

Hoy hace cincuenta años que empecé a estudiar Derecho
y no podía creer aquello que estaba viendo:
que ya era universitario, de pluma y de folder negro,
y que cinco años más tarde serían reales mis sueños.

Hoy hace cincuenta años, ¡cómo ha pasado ya el tiempo!
es como si mañana Chepe Amaya, en tono quedo,
nos fuera a decir que el Derecho de la Roma de otros tiempos
se encuentra todo copiado por Cecilia en el tablero.

 

 

Hoy hace cincuenta años conocí a mis compañeros:
a Mónica, y a Esperanza, a María Adela, a Roberto,
a Álvaro, y a Vicente, a Ángel Ovidio y a Néstor,
a Rito Antonio, a Fabiola, a Roque Javier, y al resto.

Hoy hace cincuenta años que empecé a estudiar con ellos.
A algunos los conocía desde mis años pretéritos:
ya conocía a Ciro Antonio, no así a Carlos Humberto,
pero, en últimas, a todos yo terminé por quererlos.

Hoy hace cincuenta años, hoy lo tengo en mis recuerdos,
que conocí a Emma Patricia y hasta entré a su apartamento,
en el edificio Apolo, en el corazón del centro,
donde tenía su nido y esperaba a su polluelo.

Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho
con Luisa Fernanda al lado combatiendo contra el sueño
y atrás una embajadora de los riscos sangileños
de nombre Martha Cecilia saludándome a lo lejos.

 

Hoy hace cincuenta años fui primíparo y bohemio
aunque nunca seguí a Baco, ni el tabaco me hizo fieros;
me gocé todo el humor de María Josefa entero
y supe que la Amistad tenía apellido Acevedo.

Hoy hace cincuenta años, lo guardo aquí en mi cerebro,
conocí a ese amigo amable a quien Dios le dio el talento
de resumir con sus manos la belleza en un florero
y así entendí que en las aulas también el mundo es diverso.

 

 

Hoy hace cincuenta años, cincuenta años completos,
hace ya cincuenta años que empecé a estudiar Derecho,
creyendo entonces que el mundo sería más justo y bueno,
si yo mismo era más justo y el mundo era más honesto.

Hoy hace cincuenta años si alguien hablaba de esto
pensaban que estaba loco, que el mundo sí estaba cuerdo:
los años fueron pasando y acabamos comprendiendo
que el loco no era el que hablaba, que era el planeta el enfermo.

 

 

Hoy hace cincuenta años que empecé a estudiar Derecho
con unos libros prestados y ya ajados de lo viejos
que fueron mis instructores, profesores y maestros
y en horas de biblioteca me enseñaron sus secretos.

 

 

Cincuenta años atrás yo era mordaz y sincero,
decía lo que pensaba, cantaba duro y abierto,
y en noches de soledad, de amor, de luna y luceros
era capaz de cambiar el mundo a punta de versos.

Hoy llevo a cuestas tristezas y alegrías de otros tiempos,
hoy soy ya menos iluso, quizás soy menos ingenuo,
la vida ya me ha enseñado, sin conferencias ni previos,
lo que jamás me enseñaron en las aulas mis maestros.

Hoy ya con mi vida a cuestas, con el poniente a lo lejos,
después de haber conocido injusticias y atropellos,
a jueces que no eran justos, y leyes que no rigieron,
cuando el balance contable me arroja saldos inciertos,

Os pregunto, mi Señor: si retrocediera el tiempo,
¿un día igual al de hoy me hallaría en los comienzos
y en cinco décadas más aquí estaría repitiendo:
“Hoy hace cincuenta años yo empecé a estudiar Derecho”?

 

 

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